Abadía de Saint Victor

El obispo de Aix, Lázaro (que la tradición ha confundido durante mucho tiempo con San Lázaro, discípulo de Jesús), retiene en la región a un monje venido de Palestina tras un largo retiro en Egipto, junto a los Padres del Desierto.
Proculus, obispo de Marsella (380-430) recibe con todo favor a Jean Cassien. Anacoreta, Cassien es, ciertamente, el iniciador de la vida monástica en Marsella sin embargo, no parece muy cierto que él sea el fundador de una abadía, puesto que los testimonios arqueológicos de Saint Victor se remontan únicamente a finales del siglo V. Se organiza un culto en el emplazamiento de la actual abadía, alrededor de una tumba que se venera y de la cual pretende la tradición, una vez más, que acoge las reliquias del mártir epónimo marsellés del siglo IV.
Las criptas conservan en realidad testimonios arqueológicos muy preciosos, que atestiguan la presencia de una cantera que había sido explotada en la época griega, y, después, de una necrópolis helenística (siglo II a. C.), cuya vocación persistirá en la época cristiana. Se pierde el rastro entre el siglo VII y el final del siglo X. En efecto, Saint Victor conoce, como toda la Europa Occidental, periodos oscuros, invasiones normandas y sarracenas.
En 977, la vida monástica renace bajo el impulso del obispo Honorato y del primer abad benedictino Wilfredo, que somete a la abadía a la regla de San Benito. En 1020, un monje catalán, Isarn, se convierte en el maestro de los novicios y emprende las grandes obras: a él se le debe la construcción de la primera iglesia alta, a la que pertenecería la torre (conocida como Torre de Isarn) por la cual se accede hoy a la iglesia. El altar mayor será consagrado en 1040. Desde el fin del siglo XII hasta el siglo XIII, la abadía se reconstruye totalmente, según las reglas de los constructores románicos.
Es a Guillaume de Grimoard, por entonces Abad de Saint Victor (que se convertirá en Papa en Avignon bajo el nombre de Urbano V), a quien se le debe la fortificación del monasterio el conjunto será incluido en el sistema de defensa del puerto por su sucesor Gregorio XI. Desde el siglo XI hasta el siglo XVIII, Saint Victor goza de una hegemonía total sobre toda la cristiandad de la cuenca mediterránea, desde Cataluña hasta Italia.
Progresivamente, el fervor monástico decrece, y trae la secularización de la abadía en 1739 por orden del Papa.
La Revolución Francesa va a transformar la iglesia en depósito de forraje, en prisión y en cuartel, todo lo cual, sin embargo, va a evitar que sea demolida. Será devuelta al culto bajo el Primer Imperio, y será restaurada en el siglo XIX.
La iglesia será elevada al rango de basílica menor en 1934 por el Papa Pío XI.
Cada año, en la época de la Candelaria, tiene lugar un peregrinaje importante en Saint Victor. El 2 de febrero por la mañana, una procesión sale del Puerto Viejo hacia Saint Victor, por la rue Sainte. La Virgen negra que se conserva en las criptas se reviste con su capa verde y es presentada al numeroso gentío que espera en la explanada el arzobispo la bendice, celebra la misa y se vuelve seguidamente hacia el Horno de las “Navettes”.